lunes, marzo 13, 2006

animales

Estábamos dormidos
y de pronto
los gritos
de la chica
de la habitación
de arriba
se transformaron
en el eco de los míos.
La cama rebotaba
entonces
me pregunté
si nosotros también
habíamos hecho
tanto escándalo.

Cuando siento
la rigidez de tu miembro
entre mis nalgas
vuelvo a ser
el animal que soy
(que somos)
intercambiando
los fluidos.

De allí el aullido
como una inevitable
consecuencia:
las voces
del amor salvaje
entre cuatro paredes.

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