crisalidaonline

En la guerra
que combatimos
cuerpo a cuerpo
usamos
armas básicas:
dientes,
uñas,
lenguas,
dedos,
nalgas,
manos,
piernas,
brazos,
pechos.

Infantería
somos:
sexo
contra
sexo.

Y por
las dudas
que se acaben
las balas
para seguir
luchando
hay que ser
precavidos:
tenemos
previstas
armas
de juguete.

Para ganar
el combate
sobra
la voz de mando.

El más creativo
vence.

De cómo la india Crisálida entona cantos lastimeros para provocar la atención de la sequoia y estimular su lluvia .



1

¡Oh padre
de todos
los árboles!
¡Sequoia
inmensa!

Bailo
a tu lado
y entono
himnos
para
tu lluvia.

Se abre
la flor
destapa
su corola
anhelante.

Se oye
en secreto
el tambor
llamando
a la guerra.

Tam tam tam
tam tam tam
tam tam tam.

2

¡Oh hermano
sol
y hermana
luna!
En diálogo
con el tronco
imponente
díganle
que la india
lo espera
con una pluma
como única
ropa.

¡Oh nube
aliada!
Dame
de regalo
su tormenta.

3

¡Qué
pesar en
mis alas
de mariposa!

¿Hasta
cuándo
amanecer
doncella
seca?

¡Oh sequoia!
Antes de que
llegue el
año nuevo
has de llover
tu savia
hirviente
en mi
garganta
profunda.


4

Subir
hasta tu
copa
y ver
el mundo
con
ojos
húmedos
y nuevos.

Desde esa
formidable
altura
todo
se hace
diminuto.

Sólo
intensos:
el cielo
y vos.


5

Néctar
de tu adentro
edulcorado
y salvaje.

No
me alcanzan
las manos
para
untarme
completa.

6

Que llueva
que llueva
tu esperma
en mi colchón.

(La vieja
está
en la cueva
y los pajaritos
cantan).